Corría el año 2013 cuando un creciente Deontay Wilder que ya tenía 28 peleas y todas ganadas por KO, se enfrentaba contra Sergey Liakhovich que tenía un récord de 25-5 en este momento y era visto como un gran rival en la división.
“Cuando lo golpeé, lo vi caer y simplemente fui a mi esquina neutral”, dijo Wilder y agregó: “Sabía que se estaba acabado, porque en mi esquina me dijeron que estaba acabado cuando cayó. Así que estaba feliz y celebrando”.
Pero después todo cambió al ver que su rival se estaba convulsionando arriba del ring, luego de recibir sus potentes golpes.
“Lo vi después en la repetición en la pantalla grande cuando miré el monitor”, recordó Wilder y reveló: «Fue entonces cuando mi sonrisa se transformó en un ceño fruncido, y me preocupé porque ese fue un momento aterrador. Cuando vi eso, dije, ‘Oh, Dios’, y estaba rezando por él”.
“Dijeron que va a estar bien, y escuché que estaría en el hospital por un par de días, pero ese fue un momento aterrador”, añadió el boxeador. “Solo ver sus ojos en blanco en la parte posterior de su cabeza y tener una convulsión como esa, además de que tuvo también tuvo una conmoción cerebral fue aterrador. Muy atemorizante”.
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